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Foto del escritorLucas Manjon

PEPPINO IMPASTATO: LA CULTURA ANTIMAFIA

Giuseppe "Peppino" Impastato es un militante socialista italiano que enfrentó a la mafia en la localidad de Cinisi, en la isla de Sicilia. Todavía hoy es un referente de la lucha y de la cultura contra la mafia. Con herramientas como el arte, la musica y la poesia desarrollo parte de la cultura antimafia. Aquí parte de su historia.
Giuseppe "Peppino" Impastato.
Giuseppe "Peppino" Impastato.

Para hacer cumplir sus reglas, la violencia es una de las herramientas más comunes que la mafia dispone, pero no por ello puede hacer uso de ella ante toda circunstancia. Si la mafia impone un estado de violencia física permanente -la violencia simbólica siempre está presente-, la sensación de seguridad y protección que la mafia dice ofrecer no sería algo objetivamente realizable, por ello es por lo que la mafia también debe valerse herramientas como el miedo y la permanente amenaza de ejercer la violencia. Para que las amenazas resulten creíbles, la reputación mafiosa -si existe-, también debe mantenerse en un cierto nivel para con sus víctimas, sean estas sus clientes o no. Por ejemplo, si la mafia no logra distribuir eficientemente las cuotas del mercado criminal, si no logra proteger y mantener a cada una de las organizaciones criminales en los sectores asignados, si no logra impedir que se produzcan enfrentamientos entre sus clientes y asociados, o que se realicen alguna otra actividad criminal por fuera de la que ella había autorizado, la mafia comenzará a perder su reputación y con ello a sus clientes, quienes preferirán no desperdiciar su dinero en una empresa que no cumple con el servicio que supuestamente ofrece.


Además de herramientas, alrededor de la mafia existen conceptos, todo un dialecto mafioso. Dentro del lenguaje mafioso hay una palabra verdaderamente determinante, un concepto, que es el núcleo a través del cual el sistema mafioso se mantiene y expande: omerta. Esta palabra alude al silencio que debieran mantener las personas vinculadas directa o indirectamente a la mafia. Es el silencio que preferiblemente debe reinar dentro y fuera de las organizaciones mafiosas, es el secretismo que camina a la par del miedo y que genera temor, tanto a lo conocido como a lo desconocido. Otras de las palabras que directamente no integra un dialecto en particular y que se transformó en un problema, en la otra cara de la omerta, es su enemiga directa: pentito. Su traducción lisa y llana al castellano es la de arrepentido, pero para la justicia y la sociedad en general, el pentito es un delincuente descubierto y detenido que decide colaborar con la justicia para recibir un beneficio en su condena; para la mafia, el pentito es lisa y llanamente un traidor.


Los pentiti -el plural de pentito- son todas aquellas personas asociadas a la mafia que rompe la omerta, que aceptan exponer los secretos de su grupo de pertenencia, de una nueva vida -aunque debieran ser catalogados por cualificación y cuantificación como grupo de muerte o de homicidio colectivo-, con el solo objetivo de recibir socorros que solo lo serán beneficiosos para él; quizás inclusive para su núcleo familiar biológico, pero debiendo traicionar a su familia de sangre sacra. Generalmente los pentiti, frente a los funcionarios judiciales, policiales y la prensa -los tres más fieles enemigos de la mafia-reconocen unos cuantos crímenes cometidos por ellos mismos y algunos otros perpetrados por las personas de su círculo más cercano; en general, las acusaciones se dirigen sobre enemistados hermanos de sangre sacra.


Desde mediados de los años ochenta la presencia de los pentiti en los juzgados, declarando frente a los jueces, policías y periodistas comenzó a ser algo bastante regular. Ya existieron pentiti a comienzos del siglo XX, pero eran unos rara avis sus chances de sobrevida. La aparición de arrepentidos colaboradores como hoy se los conoce en el sistema de justicia italiano es algo que con el paso del tiempo se volvió cotidiano y que claramente ya no llama la atención de nadie, excepto de los posibles futuros acusados. Lo que no resultaba cotidiano en los años ochenta y mucho menos en los años setenta, era hablar y gritar contra la mafia, contra los mafiosos, con nombre, apodo y apellido de cada uno de ellos, en actos políticos, en diarios y radios; mucho menos ridiculizarla. Quien sí lo hizo con la convicción de que era necesario enfrentar al fenómeno mafioso a través de la materialización de las figuras que son el mismísimo ethos de la mafia, mediante la defensa de la belleza y la sabiduría de la cultura fue el joven siciliano Giuseppe Impastato.

Peppino a los dos años con su padre Luigi y su madre Felicia Bartolotta.
Peppino a los dos años con su padre Luigi y su madre Felicia Bartolotta. Centro Siciliano di Documentazione Giuseppe Impastato.

En la pequeña localidad de Cínisi, en la provincia de Palermo -la capital de la isla de Sicilia-, en el seno de una familia vinculada a la Cosa Nostra, el cinco de enero del año 1948 nacía Giuseppe “Peppino” Impastato. Su familia del lado paterno contaba con una histórica tradición de trabajo agrícola y contrabando de esos productos. Su padre Luigi Impastato desde muy joven se vincularía con las familias de la Cosa Nostra en Cínisi.  Felicia Bartolotta, su madre, también había nacido en Cinisi y gran parte de su familia formaba parte de la mafia. El matrimonio de Impastato y Bartolotta tendría dos hijos más, los cuales ambos llevarían el nombre de Giovanni debido a que el primero de ellos fallecería a la temprana edad de los tres años.


Los vínculos de los Impastato con la mafia no se limitaban a los que ya había forjado desde su juventud Luigi y por los cuales había sido encarcelado durante tres años -por el delito de contrabando- en los años de il Duce Mussolini. Al abandonar la cárcel, Luigi retomaba sus actividades mafiosas en torno al contrabando de alimentos y se vinculaba familiarmente con el capo mafia -boss- de Cinisi, Cesare Manzella. La tía de Peppino se había casado con Manzella, cuando este ya era un líder mafioso en Italia y los Estados Unidos. En la ciudad de Chicago y alrededores, el tío de Peppino había establecido una serie de casas de juego pequeñas pero efectivas para lavar dinero proveniente del pizzo -la extorsión- y el contrabando de heroína desde Medio Oriente, pasando por Sicilia y llegando definitivamente a la sangre de millones de ciudadanos norteamericanos. Cuando las agencias federales de los Estados Unidos comenzaban a prestar atención sobre las actividades mafiosas en su territorio, Manzella se convirtió en uno de los primeros y más importantes víctimas de esa toma de conciencia; era obligado a abandonar el país y retornaba a su Cinisi natal para ejercer su papel de boss in situ.


La relevancia del apellido Impastato en el aspecto doméstico de la Cosa Nostra crecía por osmosis por el incremento del poder de Manzella en la mafia. En 1958, el tío de Peppino era uno de los promotores e integrante del comité promotor de la primera Comisión Interprovincial de la Cosa Nostra, donde un grupo de bosses de la mafia siciliana debían orientar las actividades criminales y fundamentalmente prevenir o dirimir las disputas internas que se podían llegar a desencadenar en la propia organización. Pero esa Comisión transitaba de un fracaso tras otro y se disolvía casi tan rápido como nacía.


El crecimiento exponencial y simbólico de Manzella se comenzaría a desplomar entrados los años sesenta por el crecimiento constante y exponencial del negocio de las drogas. Los cambios en la Cosa Nostra son rápidos. Si bien los cambios son producto de procesos que se gestan durante mucho tiempo, de modo subterráneo e interpersonal, el acontecimiento que da lugar al cambio se produce en cuestión de segundos, en el tiempo que tarda una bala en salir de un arma y llegar a entrar en la carne de una persona o los instantes imperceptibles que tarda una bomba en recibir una señal, estallar y destruir a uno o varios seres humanos. Ese proceso subterráneo comenzó a desarrollarse en 1962, cuando un cargamento de heroína que tenía como destino el mercado de las drogas en los Estados Unidos y que había sido financiado por el propio Manzella junto a Salvatore Greco y Ángelo La Barbera -bosses de Palermo y dos de los más poderosos de la isla-, llegaba a su destino con muchos menos kilos de los que se habían pagado en Medio Oriente. El intermediario en esa operación había sido otro mafioso, de nombre Calcedonia Di Pisa, quien era enfrentado por los estafados ante la Comisión. Di Pisa planteaba que el faltante se debía a una impericia del proveedor de origen corso de la heroína. Después de una larga serie de acusaciones y de otras todavía más largas palabras de defensa, los miembros de la Comisión determinaron que Di Pisa no había sido el responsable del faltante de heroína. La sentencia de la Comisión no dejaba satisfecho a los mafiosos estafadores y el acontecimiento se encontraba pronto a suceder.

1952 - Comisión para las fiestas en honor de Santa Fara. De izquierda a derecha: Leonardo Pandolfo, Cesare Manzella, Luigi y Masi Impastato, Sarino y Gaetano Badalamenti
1952 - Comisión para las fiestas en honor de Santa Fara. De izquierda a derecha: Leonardo Pandolfo, Cesare Manzella, Luigi y Masi Impastato, Sarino y Gaetano Badalamenti. Centro Siciliano di Documentazione Giuseppe Impastato.

El indiscreto, pero oportuno inconveniente con la heroína iba a ser solo el último de una larga serie de problemas que en aquellos tiempos ocurrían en el seno de la Cosa Nostra y que tenía a la poderosa familia La Barbera -que controlaba gran parte de la capital siciliana- como el chivo expiatorio del rompimiento de un contrato tácito de honores y voluntades de no extender su influencia hacía áreas controladas por otras familias. La insatisfacción manifiesta de la familia La Barbera respecto de la sentencia sobre Di Pisa por el faltante de heroína, era aprovechada por otro boss de la familia de Acquasanta -Michele Cavataio- quien en enero de 1963 ordenaba el asesinato del absuelto Di Pisa para generar sospechas sobre la familia La Barbera y aumentar la desconfianza hacia ella en el seno de la Comisión. El plan de Cavataio se ejecutaría con precisión y los acontecimientos se desencadenaron inmediatamente. El tío de Peppino iba ser uno de los primeros en ser asesinado: un coche bomba cargado con trinitrotolueno -o TNT- desintegraba el cuerpo de Manzella por toda una plantación de limones en un radio de no menos de cien metros. Una serie de asesinatos y atentados con coches bomba se seguirían extendiendo hasta 1969, cuando una nueva masacre -la de Strage di viale Lazio- le ponía fin a la vida de quien había comenzado la guerra -Cavataio- y a la guerra en sí.


El asesinato de su tío marcaría para siempre a un todavía adolescente Peppino, pero la aversión que le provocaba la mafia era algo que desde muy joven ya notaba. El propio Peppino en texto sueltos de una especie de autobiografía expresaba que “Llegué a la política allá por noviembre del 65, por motivos puramente emocionales: es decir, a partir de mi necesidad de reaccionar ante una situación familiar que se había vuelto insostenible. Mi padre, jefe del pequeño clan y miembro de un clan más grande con características típicas de una sociedad campesina tardía y preindustrial, había concentrado todos sus esfuerzos, desde mi nacimiento, en un intento de imponerme sus elecciones y su código de conducta”. Muchos años después, su hermano menor Giovanni relataría que en los días posteriores al asesinato de su tío Peppino decía “¿Esto es la mafia? Si esto es la mafia, entonces lucharé contra ella por el resto de mi vida". Desde muy joven Peppino se mostraba interesado en la política y se vincularía con miembros del Partido Socialista Italiano (PSI), fundamentalmente por la referencia que el partido tenía en las diferentes luchas sobre el acceso a la tierra para los campesinos y por la simpatía y el afecto que florecerá con el artista comunista Stefano Venuti, quien en gran medida lo guio en el camino de entender que era la mafia y que papel tenía en la sociedad.


El año 1965 era verdaderamente acelerado en la vida política de Peppino, había abandonado el PSI y se había integrado a otro partido, el Partido Socialista Italiano de Unidad Proletaria (PSIUP). También ese mismo año, junto a un grupo de compañeros del partido fundaban “La idea socialista”, un diario mimeografiado desde donde Peppino comenzaba a hacer público su condena y rechazo a la actividad mafiosa, a la cual identificaba como el elemento intrínseco y más descompuesto del sistema capitalista. En el diario, en una actitud vanguardista se denunciaba la concesión de permisos de construcción urbanos a empresas vinculadas a la mafia sobre la base de la destrucción de patrimonio cultural y el desplazamiento de contingentes enormes de campesinos que emigraron hasta Palermo. Luego de una serie de varias publicaciones y despues de una denuncia del alcalde de Cínisi -familiar de un boss mafiosos- un juez vinculado a la Cosa Nostra imponía una multa a los militantes, ordenaba la clausura del diario y durante más de un año, el diario no volvería a ser impreso.


1968 - Manifestación de Peppino en el patio del edificio municipal de Cinisi, durante las manifestaciones contra las expropiaciones para la construcción de la tercera pista del aeropuerto de Punta Raisi.
1968 - Manifestación de Peppino en el patio del edificio municipal de Cinisi, durante las manifestaciones contra las expropiaciones para la construcción de la tercera pista del aeropuerto de Punta Raisi. Centro Siciliano di Documentazione Giuseppe Impastato.

El propio Peppino analizaba que el revolucionario año 68 lo había tomado por sorpresa. Participaba azarosamente en las luchas estudiantiles, donde el epicentro siciliano se ubicaba en Palermo, pero las transformaciones, debates, discusiones y crisis en el seno del movimiento socialista lo abrumaba. En una montaña rusa de angustia, euforia y alegría alternaba entre la soledad y la irrestricta necesidad de acercarse y participar en cada proceso político que existiera. Esos erráticos cambios de actitud -similares al de los movimientos políticos en esa época- le valían reprimendas y sanciones por parte del partido. También fue la etapa en donde el amor y el miedo a asumir la libertad le provocaban ahogantes sentimientos angustia. Se enamoró perdidamente y comenzaba una relación que el mismo definió como kafkiana. “Sali con los huesos rotos y aún más incapaz de lidiar con el mundo exterior”.


Para cuando Peppino y sus compañeros logran volver a editar el diario, apuntaban todas sus energías a la mafia y en esa primera nueva edición, Peppino -el hijo de Impastato para toda la ciudad- firmaba una nota editorial titulada “La mafia es una montaña de mierda”. La publicación provocaba una fuerte polémica en todo Cinisi y en particular en la propia familia Impastato y la mafia, que reprimían al padre de Peppino por no controlar a su hijo. La afrenta de esa editorial y en particular de esa frase -que se transformaría en una de las más importantes de la lucha contra la mafia-, lo terminaba distanciando de su padre que lo obligaba a tener que dejar la casa.


En la primera guerra mafiosa se habían producido una gran cantidad de asesinatos y atentados. Las familias mafiosas habían perdido mucho dinero y el Estado comenzaba a prestar atención a las acciones de la mafia. Por una cosa u otra, las familias mafiosas se veían obligadas a determinar una frágil pero eficiente paz mafiosa a mediados de los años setenta, la cual se extendería por aproximadamente una década. La situación de muerte intensa de la guerra entre familias mafiosas había generado cuantiosas pérdidas económicas para todos sus miembros, pero también se había convertido en la oportunidad de ascenso de algunos pocos; uno de los que salió favorecido por las consecuencias de la guerra y de la muerte de Manzella fue Gaetano Badalamenti, quien sería el nuevo boss de Cinisi.


Antes de ser uno de los bosses de la Cosa Nostra más importante de la historia, Badalamenti ya llevaba bastante tiempo dirigiendo y coordinando actividades vinculadas al tráfico de drogas -primero heroína y luego cocaína-, junto a sus familiares mafiosos radicados en la región centro de los Estados Unidos. Era tan alto el nivel de incidencia y relevancia de Badalamenti en el entramado mafioso y económico de la Cosa Nostra y de la política italiana, que las investigaciones judiciales y las crónicas de la época, posteriormente lo ubicaban en Milán, la noche del 8 de diciembre de 1970 cuando tuvo lugar un intento golpe de Estado. Un año después de aquella intentona dictatorial confabulada por príncipes, militares y mafiosos, Badalamenti terminaba detenido -por delitos de mafia- junto a Stefano Bontate, otro de los bosses importantes de la historia de la Cosa Nostra. Los dos recuperaba la libertad al unísono -tres años después-, volvían a Sicilia -Badalamenti hasta su Cinisi natal- y juntos a otros bosses se proponían y lograban reconstruir a la extinta Comisión Interprovincial de la Cosa Nostra, de la que Badalamenti quedaba a cargo.


Además de su enfrentamiento con la mafia, Peppino adquiría un alto protagonismo público dirigiendo la oposición ciudadana de Cinisi y alrededores contra la construcción de una tercera pista en el aeropuerto de Palermo. La decisión que había tomado el gobierno de construir una nueva pista se justificaba en el problema que representaba el viento, la montaña, el mar y el riesgo que al despegar y aterrizar se generaba de que el avión terminara en el mar o la montaña. Desde el comienzo, el proyecto estaba destinado a ser ejecutado por empresas dirigidas por la Cosa Nostra. El aeropuerto de Punta Rasí -hoy con el nombre de Falcone y Borsellino- ya estaba prácticamente en manos de la mafia. Desde los años sesenta, el aeropuerto era la puerta de entrada para la heroína de Medio Oriente y la cocaína de Sudamérica; también era la de salida para esa misma heroína y cocaína que abastecían el mercado de drogas de las ciudades más populosas de los Estados Unidos y del resto de Europa.


Peppino entendía a la política como un medio y no un fin, por ello, a mitad del año 1976, nuevamente junto a un grupo de amigos y compañeros fundaba la compañía cultural Música y Cultura, dedicada a actividades culturales y políticas como la lectura de poesía, la proyección de películas y la presentación de bandas musicales de la zona. Las actividades reunían a decenas de jóvenes impacientes e impactados por las nuevas formas de expresión cultural que resultaban tan lejanas a las de las tradiciones sicilianas y mucho más a las de la mafia en esos años.  Al otro año Peppino sufría uno de los hechos más dolorosos de su vida: su padre Luigi moría en un accidente automovilístico, sobre el cual nunca se lograba establecer si se había tratado de un mero accidente o un deliberado acto de terminar con la vida del padre del militante antimafia. El padre de Peppino a pesar de estar distanciado de su hijo intentaba protegerlo de las posibles represalias de la mafia. Pocas semanas antes del accidente automovilístico, Luigi había viajado hasta los Estados Unidos para reunirse con familiares mafiosos suyos y encontrar, por un lado, incentivos para que Peppino abandonara Cinisi y por el otro, protección de la mafia para que la mafia no atacara a su hijo o algún otro miembro de su familia. En el funeral de su padre, Peppino nuevamente desafiaba a la mafia negándoles el saludo -al propio Badalamenti- y la situación de riesgo crecía. Felicia su madre también intentaba que Peppino abandonara Cinisi y se fuera a vivir a California, en los Estados Unidos, pero nuevamente la propuesta rechazada.

1977 - Carnaval en la discoteca “Música y cultura”
1977 - Carnaval en la discoteca “Música y cultura”. Centro Siciliano di Documentazione Giuseppe Impastato.

Con varios de sus compañeros de la compañía cultural Música y cultura, en la señal 98.800 MHz funda la emisora radial AUT. La radio, en un edificio ediliciamente precario, establecida en las afueras de Cínisi, con el alcance suficiente para que se la escuche en varias ciudades aledañas y con varios programas cubriendo la programación, en AUT se destacaría uno en especial. El ciclo conducido por el propio Peppino se llamaba Onda pazza -La ola loca- y se caracterizaba por los extensos ciclos de radioteatro satíricos, absurdos, a través de los cuales denunciaba y fundamentalmente ridiculizaba a los mafiosos y toda la estructura de costumbres y valores que los rodea. En espacial, las burlas se enfocaban sobre Badalamenti. Uno de los ciclos que con el tiempo sería de los más recordados de ese programa es el radioteatro del 7 de abril de 1978 llamado “Western a Mafiopoli”. Peppino junto a su compañero y amigo Salvo Vitale, recreaban y satirizaban una supuesta reunión entre el alcalde de Mafiopoli y el capo mafia de la ciudad, haciendo alusión a su propio pueblo Cinisi como Mafiopoli y al boss Badalamenti como Tano Seduto.


Las burlas y las sátiras sobre la mafia y sobre Badalamenti en particular, llegaban en un momento de pleno auge económico del boss, pero al mismo tiempo atravesaba serios problemas de dirección y poder hacia las entrañas de la Cosa Nostra. Los mafiosos agrupados en torno a las familias oriundas de la empobrecida ciudad de Corleone comenzaban a desplegar una serie de movimientos con el objetico de desplazar a los viejos lideres de la Cosa Nostra y hacerse con su control. Como había sucedido en la primera guerra mafiosa pero quince años después, todo comenzaría con un asesinato. El 16 de marzo de 1978, el boss Francesco Madonia -cercano al grupo de Totò Riina- era asesinado por orden del boss Giuseppe Calderone, cercano a la facción de Badalamenti. Riina acusaba a Badalamenti de estar detrás del asesinato y por ello exigía ante la Comisión que fuera expulsado por haber incumplido una de las pocas reglas que la Comisión se había auto impuesto: no asesinar a otro jefe mafioso sin la autorización de los otros. Luego de una corta deliberación, Badalamenti terminaba expulsado y la dirección de la Comisión pasaba a manos de Michele Greco, un boss cercano al grupo de los corleoneses.


Ese mismo año tenían lugar las elecciones legislativas municipales y Peppino -que formaba parte de las filas del partido Democracia Proletaria-, se presentaba como candidato en su Cinisi natal. Eran semanas intensas por la campaña y era común que Peppino pasara mucho tiempo en la calle, en reuniones y actos, por eso, al comienzo no llamaba la atención que no se llegara a una reunión. El 8 de mayo por la noche, Peppino desaparecía, no dejaba rastros.  Con el paso de las horas, los familiares y amigos preocupados y conscientes de los riesgos con los que vivía se presentaban ante la policía para presentar una denuncia por su desaparición.


A las 03:45 de la madrugada del 9 de mayo, un maquinista de tren en las afueras de Cinisi, sentía a la formación que conducía vibrar extrañamente. Detenía la locomotora, descendía de ella y notaba que las vías del tren habían sido destruidas. Pocos minutos después de dar aviso del incidente, policías, autoridades judiciales y curiosos se acercan hasta el lugar y empezaban a notar que no solo se trataba de una vía rota, de un acto vandálico, también había restos humanos esparcido por toda la zona aledaña a la vía. Cerca de las siete de la mañana -dos horas después del aviso del maquinista Gaetano Sdegno a las autoridades-, los funcionarios judiciales presentes comienzan a redactar el acta del acontecimiento y señalan que posiblemente la victima sea el joven de nombre Giuseppe Impastato.


1977 - En la sede de “Radio Aut”.
1977 - En la sede de “Radio Aut”. Centro Siciliano di Documentazione Giuseppe Impastato.

El informe judicial afirmaba que la muerte y la destrucción de las vías se había producido por la explosión de una bomba que estallaba al momento de ser manipulada. El empleado de la morgue, que había sido convocado casi tan prontamente como la misma policía, realizaba un rastrillaje de la zona y encontraba tres juegos de llaves -un cuatro juego, el de la sede de la estación de radio AUT era encontrado por un oficial de policía- y una piedra manchada con sangre en un pequeño cortijo al costado de las vías. En el informe judicial nada de esto quedaba registrado y los hechos comenzaban a sucederse todavía de una peor manera.  Entre las 7 y las 8 de la mañana, la policía de Cinisi allana la casa donde vivía Peppino y la sede de AUT; mientras tanto las vías del tren comenzaban a ser reparadas. Para las diez de la mañana, el sistema ferroviario se encontraba completamente restablecido en el tramo Trapani - Palermo. Hacia el mediodía, desde Cinisi se le enviaba al fiscal general un parte en donde se le indica que "Hacia las 0.30 - 1 de la madrugada del día 9.05.1978, una persona actualmente desconocida, pero presuntamente identificada como Impastato Giuseppe (...), que se encontraba a bordo de su auto FIAT 850 en el km. 30+180 de la vía ferroviaria Trapani - Palermo para colocar allí una bomba, que, al explotar, destrozó al propio atacante".


Si bien la noticia de un fallido atentado terrorista hubiera llamado la atención de los grandes medios de comunicación de la época -a pesar de haber ocurrido en un pequeño pueblo siciliano- al mediodía del 9 de mayo, en Roma, en el baúl de un auto se encontraba sin vida el cuerpo de Aldo Moro, el dos veces primer ministro de Italia, secuestrado desde hacía dos meses por las Brigadas Rojas. Mientras Italia, Sicilia y el mundo se enteraban de cuantos disparos había recibido aquel hombre depositado en un baúl, que cuando era secuestrado se encontraba intentando refundar el sistema político y de gobierno italiano mediante una alianza de los democristianos y los comunistas: los medios de comunicación y los vecinos de Cinisi se enteraban del atentado en su pueblo y de la inaceptable relación natural que esto podía tener que ver con la muerte de Peppino. Salvo Vitale, uno de los amigos y compañero más cercanos de Peppino en una pared de Cinisi colgaba un cartel con una leyenda que decía: “Peppino Impastato ha sido asesinado. Su largo pasado como militante revolucionario fue aprovechado por asesinos y "policías" para dar lugar a la absurda hipótesis de un atentado terrorista. (...) El asesinato tiene un nombre claro: MAFIA".


La valentía de Salvo como la de algunos otros, era la decir o escribir lo que muchos sabían o pensaban: que Peppino no había cometido ningún acto terrorista, que nunca había formado parte de ningún acto de violencia y que había sido asesinado por su militancia política y fundamentalmente por sus burlas y denuncias a la mafia. El 10 de mayo, un día después, se realizaría el funeral. Casi mil quinientas personas marchan hasta la casa de Felicia y Giovanni. Terminado el cortejo, sus amigos y compañeros volvían a las vías donde había sido asesinado y ellos mismos encuentran más piedras manchadas con sangre y otros restos del cuerpo de Peppino; algunos a más de 250 metros de distancia de la explosión.


La escena del crimen. © Franco Zecchin.
La escena del crimen. © Franco Zecchin. Centro Siciliano di Documentazione Giuseppe Impastato.

La confianza de la sociedad cinisense para con Peppino iba a ser demostrada cinco después de su asesinato, cuando tenían lugar las elecciones municipales. Para sorpresa de todos, pero como su nombre incluido en las boletas electorales, Peppino y la Democracia Proletaria sacaban el seis por ciento de los votos en las elecciones del Consejo Municipal de Cinisi. Parte del pueblo de Cínisi había decidido ir y votar por él, en una muestra de homenaje y desagravio ante las acusaciones injuriosas que los representantes del Estado, la Cosa Nostra y la prensa hacían sobre él. La mafia y sus asociados inmediatamente sentían la necesidad de responder al desafío anónimo de la sociedad y a la decisión de Giovanni y Felicia de presentar ante la fiscalía una denuncia para exigir que la muerte sea investigada como un asesinato. La triada de mafia, funcionarios y periodistas -o tan solo la mafia- publicaba en el diario Giornale di Sicilia pasajes de cartas y textos que la policía había tomado de la casa de Peppino cuando la allanó. Aquellas cartas supuestamente demostraban que tenía tendencias suicidas y que, por lo tanto, la muerte podía ser un accidente -manipulando una bomba- o un suicidio. Las cartas del diario privado de Peppino que se publicaban en el diario mencionaban la real desesperanza que lo abrumaba en lo político y que terminaba repercutiendo en su estado de ánimo general. “Desde hace nueve meses, el tiempo necesario para una gestación normal, vengo meditando sobre la oportunidad, o quizás la necesidad, de "abandonar" la política y la vida”. Peppino sentía una fuerte decepción respecto de los lideres de izquierda, criticaba “a los personalistas y los llamados creativos” y que prefería a “criminales empedernidos, ladrones, prostitutas, violadores, asesinos y los sinvergüenzas en general” por sobre esa clase de dirigentes.


Poco tiempo después del crimen de Peppino, Badalamenti era expulsado de la Comisión y debía abandonar Cinisi. El jefe mafioso huía prontamente hacia Brasil y desde allí se dedicaba a coordinar entregas de cocaína y heroína para el mercado norteamericano junto a otros miembros de la Cosa Nostra que al igual que Badalamenti comenzaban a ser perseguidos por quien sería el nuevo capo de la mafia siciliana y el ideólogo de la masacre que puso fin a la primera guerra de la mafia, Salvatore Rina. En 1984, el FBI lograba detener a Badalamenti en España en el medio de una reunión con un familiar que vivía en el estado de Illinois -a quien el FBI realmente estaba persiguiendo-, que desde una pizzería organizaba la distribución de cocaína y heroína en gran parte de los Estados Unidos y que Badalamenti se encargaba de suministrar la droga al por mayor. Ese mismo año a través de una investigación iniciada por Rocco Chinnici -quien despues terminaría siendo asesinado por la mafia- y a través de una sentencia del juez Antonino Caponnetto -quien dirigiría al famoso pool antimafia de Falcone, Borsellino, Di Lello y Guarnotta-, se establecía que la muerte de Peppino se trataba de un asesinato mafioso, pero sin poder llegar a establecer las responsabilidades individuales del mismo.


En las murallas de Cinisi, inmediatamente después del asesinato.
En las murallas de Cinisi, inmediatamente después del asesinato. Centro Siciliano di Documentazione Giuseppe Impastato.

Mientras Badalamenti era extraditado hacia los Estados Unidos y debía esperar a ser juzgado por tráfico de estupefacientes y lavado de dinero, la familia de Peppino continuaba su camino y procesión para exigir justicia. En 1986, la familia Impastato y las organizaciones sociales y sindicales que la apoyaban, publicaban una investigación propia sobre el asesinato de Peppino junto al libro "La mafia in casa mía", una autobiografía de Felicia en la cual relataba su historia de vida con la mafia y el quiebre irrestricto que hizo con los mafiosos y su cultura despues del asesinato de su hijo. Esas publicaciones y la presión social lograban que la investigación sobre la muerte de Peppino se reabriera y que oficialmente se notificara a Badalamenti como sujeto investigado por el crimen. Casi diez años despues de la reapertura de la investigación, se producía la detención de Salvatore Palazzolo -un afiliado a la familia mafiosa de Badalamenti-, y cuando este tomaba la decisión de colaborar con la justicia, el hermano y la madre de Peppino le solicitaban a la fiscalía a cargo del caso Peppino que le tomara declaración, pero la investigación era nuevamente archivada. Dos años después -en 1997-, la familia solicitaba nuevamente que se reabra la investigación y se oriente definitivamente a determinar la responsabilidad de Badalamenti y Palazzolo como instigadores del crimen. Palazzolo en su calidad de arrepentido colaborador acusaba a Badalamenti y a otro mafioso con su mismo apellido -Vito Palazzolo- como instigadores del asesinato de Peppino. Las revelaciones del mafioso contribuían en la investigación, pero era fundamental el trabajo y la determinación de Felicia, Giovanni, los amigos de Peppino y las organizaciones como el Centro Siciliano de Documentación de Palermo -que ahora lleva el nombre Giuseppe Impastato- quienes lograban que la Comisión Antimafia Parlamentaria emita un informe en el cual se reconocía la obstrucción inicial de las autoridades policiales y judiciales para acercarse a la verdad.


En medio de todos aquellos avances, la investigación y el juicio contra Vito Palazzolo y Badalamenti llegaba a su fin. El 5 de marzo de 2001, Palazzolo era condenado a la pena de 30 años de prisión por la muerte de Peppino, Un año despues -el 11 de abril de 2002-, Badalamenti era encontrado culpable por el asesinato de Peppino y terminaba condenado a cadena perpetua. En ambos juicios, además de la declaración de Salvatore Palazzolo, se había utilizado las declaraciones de otros cuantos pentiti: Giovanni il Scannacristiani Brusca -uno de los asesinos del juez Giovanni Falcone, la jueza Francesca Morvillo y sus escoltas-; de Giuseppe Marchese -uno de los perpetradores de la Matanza de Navidad de 1981-; y Gaspare Asparino Mutolo -uno de los asesinos de Salvatore Inzerillo, boss de Passo di Rigano en Palermo.



Felicia Bartolotta y Giovanni Impastato -la madre y el hermano de Peppino-, desde el asesinato de su hijo y hermano, se transformaban en activos militantes antimafia. Públicamente rompían cualquier tipo de relación que todavía podían llegar a tener con familiares vinculados a la Cosa Nostra y producto de ello también sufrían amenazas y atentados. Pero siempre continuaron. Junto a los compañeros y amigos de Peppino fundaban la “Casa Memoria Peppino Impastato” la cual iba a cambiar su nombre despues de la muerte de Felicia en el año 2004 a “Casa Memoria Felicia y Peppino Impastato”. Felicia fallecía cuando tenía ochenta y ocho años y habían pasado tan solo dos años de las sentencias condenatorias. Quizás para Felicia, solo despues de ese pequeño suspiro de aire que fueron las sentencias, se permitía volver a respirar y su cuerpo, anticipadamente comenzaba a descansar. Canciones, películas, libros y homenajes varios se siguen realizando en memoria de Peppino y Felicia, un hijo y una madre, un militante y una esposa, un hombre y una mujer común que delineaban el camino de la antimafia.

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